1. La vida interior: fe y razón
La fe y la razón son luces, la primera sobrenatural, la segunda
natural que permite conocer la realidad. Ambas son dadas por Dios, respectivamente,
en el Bautismo y en el nacimiento. Su dinámica es anterior a la teología y a
la filosofía y constituyen dos planos superpuestos de la vida interior de las
personas. Del mismo modo que la savia vivifica las ramas, las hojas y los
frutos, la fe viva vivifica toda la actividad del hombre
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2. El despliegue de las ciencias
La vida humana brota de esas raíces y ese tronco. Su entendimiento, desea
naturalmente saber. Ese deseo de saber lo
abarca todo, tanto los dones de la gracia como los dones naturales. De ahí
que surgen ciencias que reflexionan racionalmente sobre las fuentes de la fe
revelada, la Teología y ciencias que buscan la verdad en toda la gama del
conocimiento humano. Los seres humanos elaboran desde hace seis mil años, las
ciencias cuyo progreso tiende a la felicidad temporal del hombre.
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3. La superación de los Mitos, conduce a la pregunta: ¿qué es lo real?
La búsqueda racional, intenta conseguir la verdad mediante la razón
en Grecia, mediante una crítica de los Mitos y su sustitución por los hallazgos del
pensamiento. Si los Mitos establecen un mapa del origen de todas las cosas,
la filosofía reconstruye ese árbol con la sola razón. La metafísica alcanza
su cumbre en Platón que considera que el Bien es lo divino y Aristóteles lo
sitúan en el Ser, entendido como pensamiento de pensamiento. En realidad ellos no
emplean los términos de Bien y de Ser, sino to agaqon,
lo bueno y to on, lo ente, lo que es.
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4. De nuevo, las raíces y el tronco
Antes de que los investigadores empleen los métodos que se
corresponden con los objetos que indaga, como personas, tienen una vida
interior de la que brota toda su actividad vital. La vida de la gracia y la
vida del sentido común, es previa al despliegue de las ciencias y al empleo de
sus métodos. En la misma fuente interior hay un orden: la fe y la gracia
impulsan a la razón a razonar. Es una luz que ilumina todos los libros pero
la gracia no es un libro ni teológico, ni filosófico ni científico. Es una
condición previa. Cuando las ciencias se despliegan y diversifican, ese orden
se mantiene. Siempre la vida de la gracia es previa a la ciencia lo que no
significa en absoluto que suplante ni su fuente, la razón, ni sus métodos.
Iluminar la razón es exigirle que razone según su propio método. Sin la
gracia, la razón sólo puede calcular, de tejas abajo, provisionalmente y en
precario.
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5. Evitar cruzar
y confundir métodos pero respetar el orden entre ellos.
Ni en la vida interior ni en la actividad que mana de ella, sobrenatural
o naturalmente, es correcto emplear la fe (o la teología) para resolver
problemas científicos (o metafísicos) y a la inversa. No se debe tratar la
gracia como un instrumento de ciencia humana. En el primer caso, se hace
teologismo y fideíasmo. En el segundo, se hace racionalismo o empirismo. La
gracia no roba nada a la razón sino que le da luz y energía para su propio
nivel de conocimiento. El tronco no le quita vida a las ramas.
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6. La búsqueda racional del sentido de la realidad
6.1. Doble dimensión de lo real a los ojos de la razón
Lo real se presenta de dos maneras, dependiendo de la facultad desde
la que examinemos el objeto. Un vaso de agua es un vaso de agua, es decir, un
cristal moldeado para retener líquidos. El agua es dos volúmenes de H y uno de
Oxígeno que en esa proporción, forman un líquido muy estable. Los ojos no ven
lo mismo que la razón y a la inversa. Ambos niveles son niveles de lo mismo,
un vaso que contiene agua. Donde el tacto detecta agua líquida inodora, la
inteligencia entiende H2O.
En cualquier caso hay un orden propio entre los niveles de realidad
y una subordinación recíproca. No es menos real el uno que el otro.
Nunca la realidad depende de mi capricho pero mi razón entiende el
armazón lógico que constituye a las cosas.
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6.2. La
metafísica la ciencia de lo que existe en tanto que existe
El objeto de la Metafísica es saber
qué existe y qué sentido tiene. La inteligencia y la percepción sensible captan
lo que existe en dos dimensiones. El sentido del ser, se refiere siempre a la
conciencia. Por eso la ciencia que trata de objetos, no puede dar el sentido de
la vida. Por el sentido, el hombre y la mujer, se orientan en el mundo, saben
qué deben hacer y para qué están allí. La razón humana puede alcanzar el sentido
de la vida porque sin razón nada existe.
Por la sensibilidad no se entiende, sólo se
percibe. Sólo por el entendimiento, cabe contestar a la pregunta por el sentido
de lo que existe.
La
reducción de los aspectos individuales de las cosas y de sus propiedades
sensibles, se denomina “abstracción”, que
decanta la esencia de las cosas, modelos o patrones que se definen mediante
conceptos y proposiciones. Las categorías son los conceptos supremos que
fundamentan la realidad. Esos modelos o estructuras se entienden pero no se ven
ni oyen.
6.3. El ser y la
verdad
La verdad es: 1) La participación de los modelos en la materia
corporal 2) La representación del modelo en el entendimiento humano y por
tanto, 3) la correspondencia derivada, entre la mente y la cosa. La cosa se
hace según modelo, la mente los representa. La verdad de las cosas no está en
las cosas (naturalismo mostrenco)
sino en la razón, según cuyos modelos se han configurado y en la mente humana
que los reconoce en ella. Por tanto la verdad de las cosas y objetos está en
las personas y sujetos. En las cosas está derivadamente, por participación de
la verdad del entendimiento absoluto y en el caso de las cosas artificiales,
en su correspondencia con la verdad de su modelo, según el proyecto humano.
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