viernes, 14 de noviembre de 2014

¿Dónde están las "fuerzas vivas"?


Artículo publicado en el periódico Ideal el 13 de noviembre de 2014

En “Clarín,” Juan Valera, Baroja, por fuerzas vivas se entiende un aguerrido grupo formado por el médico, el cura, el maestro, el cabo de la Guardia Civil y el terrateniente que solían jugar a las cartas en nuestros pueblos después de la siesta. Los mismos personajes los vemos en las películas de Berlanga o en las novelas de Miguel Delibes. Es notable que hoy nadie hable de “fuerzas vivas” en este sentido. No lo recuerdo en  las canciones de los años 60 que reflejaban el bullir social. Las fuerzas vivas, en todo caso, ahora son otra gente que no juegan al chamelo porque suelen llevarse mal entre sí: profesor de instituto, alcalde, cura y maestro. Los roles sociales en las zonas rurales los desempeñan otros: el sindicalista, el político, el promotor inmobiliario, el motero, los ecologistas y los hooligan. Las tribus urbanas han absorbido a las tribus rurales y lo mismo ocurre con las leyendas de ambos territorios.

La denominación tiene otro sentido que ha caído en desuso, salvo en los libros de historia de la filosofía. La teoría de las fuerzas vivas o energía cinética fue un descubrimiento de Leibniz que hacía de la fuerza que se reproducía exponencialmente, algo mucho más real que la “cosa” de Descartes para quien todo lo que existía era una cosa, incluso Dios.

Creo que hoy, la sociedad globalizada en lo bueno y en lo malo ofrece otra versión de “fuerzas vivas que merece consideración.

Hemos tenido ocasión de comprobarlo en el curso de la actual epidemia de Ébola que ha puesto en jaque al mundo entero, incluso a los Estados Unidos. Este hecho terrible actúa como una marea negra que muestra la generosidad y el heroísmo de mucha gente. Estos dramas ponen de relieve y sacan  a relucir aquella gente que habitualmente está en la sombra sin protagonismo y sin visibilidad en los medios ni en tertulias televisivas ni en “reality shows”.

Descubres de pronto que hay gente, miles que se juegan la vida para ayudar a los demás. Unos temporalmente como los cooperantes, otros de por vida, como los misioneros. Tienen la muerte “a la mano” como quien dice y no se arrugan ante ella: médicos, enfermeras, militares y muchos más.

No es sólo el Ébola que ha funcionado como una luminaria en medio de la noche. Si vamos a Oriente Medio hay miles de personas que se juegan la vida por salvar sus vidas, las de sus hijos por no doblegarse ante una tiranía que no entiende qué es ser persona. Kurdos, cristianos y yazeríes defiende Kobani, la ciudad asediada.

Hay mujeres que luchan por ser libres y recibir una educación (que es lo mismo) en la India, Arabia o el Pakistán. Son nuestras “fuerzas vivas”. No tienen tiempo de indignarse porque están  en las zonas más calientes del planeta, allí donde no hay tarjetas de crédito ni agua potable. No aspiran a tener poder sino a sobrevivir, ellos y los suyos.

En las fronteras de los países más ricos, en la línea de Méjico con Estados Unidos, en la zona sur del Mediterráneo, miles de seres humanos se juegan la vida cada día por sobrevivir en condiciones   decentes. No son contrabandistas o delincuentes. Les basta ser manteros, recogerla oliva y la fresa pero, ser libres. Miles de niños huyen de Centroamérica para no caer en manos de las mafias que trafican con sus órganos o, en el mejor de los casos, les fuerzan a entrar en la ruleta rusa del narcotráfico o de la prostitución o de las bandas de sicarios.

La gente  recoleta y bienpensante, dice  “¡que mal está el mundo!”, “donde vamos a parar” o, “es el fin de esta historia.
Todo este panorama de luchadores demuestra que nuestro mundo está vivo, que hay gente dispuesta a jugarse todo por ayudar a los demás o a sí mismos. La inmensa mayoría de los mortales no salen de compras a las grandes superficies para matar el tiempo. Hay mucha honradez aliada a la pobreza. Son dos amigas, estas dos, honradez y pobreza que no aparecen en los titulares pero sostienen a la especie humana, desde dentro y desde abajo.

El mundo está hirviendo de vitalidad. Hay muchos jóvenes que se marchan al extranjero en busca de trabajo, dejando atrás una vida cómoda o poco digna. Otros, marchan a pueblos perdidos de España o de los cinco continentes a servir a los demás como curas, médicos o maestros. ¡Cómo han cambiado las fuerzas vivas! Desde la mesa camilla a las favelas brasileiras, a los poblados andinos. Mujeres cuyo máximo deseo es estar presentes en Madagascar, Mozambique, Paquistán, para educar, evangelizar, curar acoger.

No tienen sueldos ni pensiones vitalicias ni grandes reconocimientos porque están vivas y no son momias en un panteón de próceres ilustres.

Son los excluidos, los descartados, la sal de la tierra, la que hace fértil la historia y que al conocerlos, uno se reconcilia con la humanidad y da gracias por haber vivido.

No hay tiempo para depresiones. Nos necesitan. Hay miles y miles de padres de familia que no tienen trabajo y que estudian idiomas o adquieren formación adecuada para encontrarlo. Muchas madres que se arremangan para que no falte alimentos y cuidados a sus hijos. 

Otros los voluntarios que arriman el hombro, que piensan en los demás  en Cruz Roja, Cáritas, Bancos de alimentos, Manos Unidas y muchas Ongs. más. Para estas fuerzas tan vivas, no es el fin del mundo sino el principio.

jueves, 13 de noviembre de 2014

La Yihad: embridar el caballo desbocado


Artículo publicado en el periódico Ideal el 29 de septiembre de 2014

Los pueblos semitas, entre los que se cuentan judíos,  árabes y los sirios de la Gran Siria, pertenecen a un tipo de cultura que arranca de la Edad del Bronce, en una fase primeriza, cercana al Neolítico. En su estado actual podríamos  decir que es una cultura de transición del nomadismo al sedentarismo, más cercano a este último que algunos pueblos de Asia Central o de Mongolia y Siberia.

Tienen una raíz lingüística común y su estructura social básica es tribal, especialmente en Oriente Medio y Norte de África. La tribu como familia extensa aglutina con lazos de sangre, la fidelidad necesaria entre los individuos para  configurar la organización social. El grado de “tribalización” varía. Vemos como en Libia y en Siria, el vacío de poder, hace saltar a primer plano, la tribu y las luchas intertribales.


El Estado moderno nace en Europa, primero, en forma de monarquías centralizadas e Imperios de tipo federal y luego pasarán a ser, repúblicas o monarquías constitucionales.

En Estados Unidos el modelo moderno de estado, surge de un pacto entre todos los refugiados político-religiosos de Europa: puritanos escoceses, católicos irlandeses. Se añaden luego los negros, los hispanos con aportaciones culturales y religiosas específicas.

Establecer de un plumazo en Oriente Medio, estados de tipo occidental, se presenta como tarea difícil, sino imposible. Eso lo sabemos todos, con la historia en la mano, pero Occidente, no parece tenerlo en cuenta.  En los pueblos semitas sólo se ha podido instaurar estados democráticos, sólo en apariencia y al amparo de férreas dictaduras. El caso más avanzado de occidentalización es Turquía, gracias al Ejército, heredero de los jóvenes oficiales de Kemal Ataturk.

La raza, la tribu, el idioma, la religión crean en estos pueblos, un contexto muy distinto al nuestro que se resiste a integrarse como podemos comprobar en Alemania con los turcos, viviendo en barrios o guetos, igualmente, los marroquíes en España, Francia, etc.

La religión es un factor aglutinante añadido a la cultura y al régimen tribal. La familia, la religión y la lengua han permitido al pueblo judío subsistir a los innumerables “progroms” de exterminio, holocaustos y deportaciones. Esta realidad histórica hace pensar si es la democracia occidental un factor aglutinante suficientemente sólido, capaz de sostenerse a sí misma, en situaciones complicadas. El interrogante se agudiza si pensamos, precisamente, en la crisis de la familia y la religión entre nosotros.

Los americanos y los europeos decimos que creemos en la libertad y nada más. En el siglo XXI la libertad necesita un aparato de Estado que garantice que todo el mundo pueda hacer sencillamente “lo que le venga en gana”. En los países del sur de la Eurozona, la transgresión de las reglas sustituye a las normas constitucionales. Solamente los factores económicos aglutinan, lo que supone que estos países dependan de la mayoría conservadora europea. Decir conservador, hoy, es hablar de mercado global y poca cosa más. A nadie le importa, en serio, si se cumplen los Derechos Humanos en aquellos países con los que se comercia.

En estas circunstancias aparece, una vez más, la efervescencia islamista de una forma violenta y arrasadora en nombre de un concepto de religión, de familia y de cultura semita,  que tiene poco que ver con la nuestra.

La yihad es un caballo desbocado que recuerda el método militar del islamismo en todos los tiempos, las razias de  Tarik y Muza, las de los almorávides y de los almohades en España. Los períodos de fiebre acaban en períodos de consolidación y decadencia que reclaman un nuevo comienzo.
Es evidente que la yihad es un complejo en donde la religión es un factor psicológico determinante que no responde a la época de la globalización, de la posmodernidad y del progreso tecnológico avanzado.
La tecnología es un mero instrumento al servicio de la yihad, no es un componente de su ideología, mientras que sí lo es para Occidente. Su fe absoluta   lleva, fácilmente, al suicidio y su imaginación es capaz de atacar el Pentágono o  provocar atentados masivos, con técnicas nada caseras en todo el mundo, en Atocha, para empezar. Y la Inteligencia militar ni se entera.


A los caballos desbocados se les ponen bridas. Eso han hecho sin ningún éxito, Rusia, Estados Unidos, China y la India. El fracaso ha sido rotundo en todos los casos. Las ideas no se vencen a cañonazos.

Si estadísticamente esos son los resultados, necesitamos asimilar que el modelo de vida occidental precisa ser corregido en varias direcciones:

- Son necesarias políticas familiares y de fomento de la natalidad.
- Hay que recuperar la conciencia de patria como familia amplia y común.
- Debemos dejar de frivolizar con el sexo, el género, la chanza antirreligiosa y la democracia entendida como “realganismo” y “realganancia”.
- Evitar hablar de Derechos Humanos sin los Deberes relativos correspondientes.

Estas líneas de fuerza son meramente orientadoras y nos ahorrarían muchos disgustos, mucho dinero en armas, en equipos de psicólogos. Mejorarían nuestra autoestima, la confianza en nosotros mismos y el valor. Volverían a estructurar la familia y la sociedad. La formación integral de las personas iría más allá de hacer la real gana.


Los caballos que ganan en las carreras no están desbocados, llevan bridas. Eso que nos falta a nosotros.

viernes, 22 de agosto de 2014

Derechos humanos y Multiculturalismo

Artículo publicado el 22 de agosto de 2014

Ambos términos expresan uno de los temas acuciantes de nuestro tiempo. Sobre el papel, y la ONU trabaja sobre todo sobre el papel, creemos en los Derechos Humanos de todo individuo de la especie desde que es engendrado. También sobre el papel creemos que la cultura de cada grupo étnico, religioso o  social, merece respeto.


Donde saltan chispas, es en la realidad mostrenca y cotidiana.

La civilización y la cultura son plantas muy delicadas y de muy distintas especies. Tienen su habitat propio y su ecosistema. El lenguaje, idioma y habla, expresa el modo de ser y el estadio de su evolución cultural. No es lo mismo un lenguaje  que se representa en ideogramas como el chino o el vietnamita que otro cuya  estructura es alfabética.

Los semitas inventaron el alfabeto. Su importancia estriba en que permite expresar ideas abstractas. Igual ocurre con la aritmética que representa abstracciones como el número cuatro que vale para todos los conjuntos con cuatro individuos: cuatro árboles, cuatro estrellas o incluso, cuatro números.
En China, me dicen que hay matrimonios que deben entenderse en inglés porque el chino mandarín no lo entiende el que habla en dialecto cantonés. Tampoco es tan raro. Entre nosotros, el vasco se hace difícil.

La lengua arrastra otras muchas cosas. Si las palabras son dibujos estamos en un estadio evolutivo de una cultura que funciona con imágenes. Si además, cada dibujo según lo pronuncies, puede expresar cuatro significados distintos, nos acordamos, entonces, de la Torre de Babel.

Hay culturas, la mayoría, que consideran que las mujeres no deben ser educadas y deben quedarse en casa. Reconozcamos que eso ocurría entre nosotros hace poco más de medio siglo.

Otras culturas como la llamada occidental han ido incorporando a las mujeres al trabajo profesional. No enturbia este hecho el que la causa inmediata de tal progreso, fuese la necesidad de mano de obra femenina en la industria de guerra americana durante la Gran Guerra y en la Segunda. Si ellas pueden trabajar lo mismo que los varones, se evidencia que todos somos iguales.

La igualdad aritmética, la paridad y otros postulados anejos a las ideologías progresistas tienen su origen en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa. Los jacobinos pensaban que todos somos iguales como las bolas de billar o los átomos de la materia cuántica. Cuando abres los ojos te encuentras con una gran biodiversidad dentro de la propia especie, que plantea problemas vitales cada día.

Las etnias, las tribus, las distintas reglas de conducta, hacen que cada grupo cultural tenga una historia muy distinta. Si quieres conocer a un paria, no vale vestirte de paria, porque el antropólogo  vestido de ese modo, es de cultura occidental.

Fotografía tomada de Noticias.com
Vienen los americanos e implantan la democracia en Afganistán. Suena a ciencia ficción pero es real. Los rusos, por su parte, querían, en su momento, implantar el marxismo leninismo en una cultura y un pueblo que está más cerca de la Edad del Hierro temprano que del siglo XXI. Ambos tuvieron que salir con más pena que gloria y con prisa.


A escala mucho menor pero en España, pasan cosas parecidos con los aborígenes, o sea, con nosotros. A un gallego no le des prisa ni le exijas certezas porque habita las nieblas del Norte que lo han engendrado. A un andaluz, con temperaturas en verano cercanas a los 40º, tampoco lo agobies, porque además, está muy “a gustico” con lo suyo. Los catalanes, se dan más prisa porque les gusta el dinero y son, encima unos sentimentales. Adam Smith y la economía de mercado surgen de la moral sentimental inglesa del siglo XVIII.

Ahora podemos hablar de que, en los Consejos de Administración, exista una rigurosa paridad de sexos o de que todos somos iguales ante la ley. Reconozcamos que eso es verdad para la gente más humilde. Todos sabemos que robar un coche te manda a la cárcel, pero no así robar a tu madre patria. Quizás este noble pensamiento haya llevado a algunos, a nivelar las rentas que siempre son, de hecho, desiguales, por los tortuosos caminos de la ingeniería fiscal. O vienen otros, inocentes (o no) afirmando tener la solución a todos los problemas, mediante una renta de subsistencia de 1800 euros para todos y cada uno de los ciudadanos. Esas bondadosas ideas han llevado a hacer de los países, cementerios con muchos millones de muertos. Los hombres y las mujeres no son conejos y conejas, ¡querido Watson!

¿Qué hacer? como escribía Lenin en sus buenos tiempos. ¿Cómo arreglar el mundo?

Hay una serie de criterios que nos pueden ayudar. Deberíamos indagar el denominador común de todos los humanos, buscar como sea, dice Steve Pinker, algo así como la naturaleza humana, el denominador común. Si un brillante ingeniero de la M.I.T: lo reclama con angustia en su libro “La tabla rasa”, la sugerencia no es sospechosa de ser retrógrada. Defender la unidad, respetar la diversidad.


En el Cristianismo lo tenemos claro y por eso mismo, se persigue a los cristianos a muerte. Si lo natural es que una mujer -de casta paria- puede o debe ser violada, predicar lo contrario, es atacar los fundamentos del sistema étnico cultural. Si cambiar de religión es algo peor que el asesinato ¿qué hacer?
Aunque parece no muy pertinente, un primer paso podría ser la  progresiva extensión del inglés por el mundo global. Un idioma poco dogmático y abierto y que se comparte con el español en el ancho mundo.  



martes, 29 de julio de 2014

En la piel del rinoceronte

 Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada, 29 de julio de 2014

El sustrato animal de todo individuo humano, explica en gran medida, de dónde proceden la maldad, las guerras y los conflictos violentos interpersonales o interreligiosos. No es que seamos animales sino que gran cantidad de humanos prefieren serlo antes que admitir que el rival o competidor, es mejor que él.   

Espinoso asunto porque el deseo de conservar el propio territorio y ampliarlo sin límite, es consecuencia de la prevalencia del instinto de conservación sobre el de sociabilidad. Ambos constituyen, según los antropólogos, el motor de la especie humana. Satisfacer el instinto mediante razón,  nos ha permitido sobrevivir.

La necesidad de asociarse también puede ser entendida como una estrategia, para alimentar la propia conservación. Esta sería la base biológica del pacto social. Me conservo mejor si me asocio, si cedo algo para salvar lo que para mí es más importante, mi propia vida.

La visión que Nietzsche expone del Cristianismo, está marcada fuertemente por este tipo de biologismo. Para él, el Cristianismo fomenta la debilidad, la decadencia y el servilismo.  También Sócrates es acusado por Nietzsche de ser enemigo de la voluntad de vivir y predicador de la represión moral de la que Freud, trató largamente.  No aprecia el poder de la voluntad al servicio del deber, frente al dominio, que está al servicio del poder. No es razonable denunciar como débil al fuerte y alabar al fuerte que en realidad, es incapaz de dominarse.     

Jesucristo, ya son palabras mayores, porque riza el rizo del sufrimiento voluntario, de lo que Nietzsche llama odio a la vida. En este caso, ya no juega tanto el deber como el amor a una vida, más vital y mejor que la presente.

Los rinocerontes y los gallos de pelea, no dejan de destrozar al rival hasta que uno de los dos se viene abajo. No entiende que el otro, es cómo él y que, devorándole, se devoran a sí mismos porque daña a su propia especie, en uno de sus individuos. Qué gran epopeya la del rinoceronte con un blindaje coráceo y una musculatura impresionante.  No entiende, Se quedaría él solo; la especie, se extinguiría.  

Sorprende, lo que le debe la especie humana a Jesucristo, que hace del perdón a los enemigos, su razón última. De la paz y el perdón sólo cabe esperar el desarrollo y la cultura. De la voluntad de poder, ya sea, individual o colectiva, procede el Holocausto, los campos de concentración, la policía política. Todo ello adornado de grandes arcos triunfales, discursos heroicos. Son ángeles exterminadores a los que sólo se les debe misericordia.

Es difícil aprender de esas experiencias históricas porque quienes debemos aprender seguimos siendo, lo que eran aquellos; preferimos ese gusto salvaje por satisfacer el instinto en todas sus formas, antes que promover al otro, intentando que sea mejor que nosotros.
En el sustrato del crimen, especialmente de los más monstruosos, se oculta el instinto de conservación, revestido de dignidad, amor propio, autoafirmación, etc.

De igual modo, la noble palabra “derecho”, es capaz de cubrir con su velo, cualquier crimen. Reclamo el derecho de mi vida frente a la de mi hijo porque me incomoda, ejerzo el derecho del fuerte contra el débil. Da igual que tenga siete semanas o doce años. En esta cuestión, el derecho a decidir, oculta la voluntad de poder. Tras “mi derecho”, el crimen se alza como un derecho y el auténtico derecho como un  crimen.

¿Qué razones científicas podemos aducir en favor de la paz y el perdón? Una muy simple: el estudio del cerebro enseña que el ser humano está hecho para ser libre. Es un organismo, el humano, que sobrevive racionalizando su conducta en dos niveles, el personal y el social.

Los españoles solemos creer y decir que la libertad es “hacer lo que nos da la gana”, forma castiza que vale por toda una antropología. La “gana” es genética y sin ganas ni se come ni se procrea pero todo, según medida. La desmesura de la gana llena las tumbas de víctimas.

La razón viene a ser, la economía de las ganas: Establece orden, medida y en consecuencia, paz. No es retórica barata sino neurobiología. Los estímulos llegan de fuera por las terminales sensoriales. Los genes desde cada célula, entienden esas señales, pues, el interior y el medio, interactúan. La especie humana no ha sobrevivido frente a las demás, más poderosas que ella, por la gana. Ha sobrevivido filtrando los estímulos. Las áreas asociativas perineurales, crean esa tierra de nadie, para poder pensar. Así somos libres para decidir lo que hacemos con los genes y con los estímulos.

El homínido superior cuando “se deja” llevar de la gana o se abalanza sobre los estímulos agradables, se comporta como un niño ante un mar de nata. El hombre sin medida es peor que un animal cuyo instinto nace ya medido. Decidir desde el lado animal, es una opción simple motivada por las “ganas”. No atendemos a nuestro cerebro. El rinoceronte embiste, en cambio los hombres estamos hechos para ser felices, materializando los ideales en favor de los demás. Preferimos embestir

Un sucedido real: Hace unos días un grupo de jóvenes del patín, estaban situados en medio de una calle empinada y con mucho tráfico. Una furgoneta a gran velocidad, los rozó. Quedaron secos, como en “shock”. Al instante, uno de ellos, soltó este maravilloso aforismo: “¡A disfrutar, chicos, que no hay un mañana!”.

Amnesia de la conciencia del tiempo. Falta entrenamiento.

domingo, 6 de julio de 2014

La relativa indiferencia de las formas institucionales

Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada, 1 de julio de 2014

En la discusión candente sobre la forma monárquica en España, tenemos una de las constantes que definen  el flujo de nuestra historia. Desde las Cortes de Cádiz, venimos discutiendo o imponiendo, formas monárquicas y dictaduras. Parece que no nos quedamos tranquilos con ninguna. La razón de fondo es que en España el motín de Esquilache, trazó una línea entre la tradición y el progreso que permanece más o menos desdibujada. Aquí como en otros lugares de Europa, el progreso, o algo llamado así, se abre paso de mano de los partidos considerados liberal-conservadores. Es el caso de Alemania cuya primera legislación social la consiguió el Canciller Bismarck y en España, el Instituto Nacional de Previsión, viene de la mano de Largo Caballero con el permiso de Primo de Rivera. La Historia es la que es y no se puede elegir como tampoco podemos elegir padres ni código genético.

¿Por qué se da ese fenómeno? Porque las izquierdas, especialmente en el área latina, tienen una fe casi religiosa en sus ideales y  la conciencia de tener toda la razón de su parte, toda la verdad, consideran que las derechas, son irracionales, egoístas y retrógradas. Esa convicción lleva a negar al adversario, el pan y el agua. El Congreso de Suresnes representó un punto de inflexión que aproximó al socialismo español desde la mentalidad revolucionaria a la propia de la socialdemocracia europea. Felipe González, hombre inteligente y de gran sentido común, fue el gestor del giro, quedando para independentistas, comunistas y anarquistas, el banderín de la izquierda radical. Así se entró en la NATO, así fuimos aceptados en Europa. Desde muy atrás en Estados Unidos y Europa, desde el 68, la izquierda radical tiene su Vaticano II, en los Foros de Pekin, Río y en movimientos de masa, más bien violentos, en Seattle y Barcelona. No nos olvidemos. El giro consistió en asimilar el ecologismo, la ideología de género, el espíritu asambleario, la paridad, etc. Con este Magisterio, vinieron los freekys y pare de contar.

 Fuente: Estandarte de Juan Carlos I  España 
En este panorama coloreado por una crisis financiera mundial, el Rey Juan Carlos abdica, desplazando de los titulares a Pablo Iglesias, al derecho a decidir y a la crisis del PSOE. Esto se adereza con una música de fondo que es la lenta pero progresiva, mejora de la economía que es lo que parece nos interesa a todos. El órdago del Rey ha dejado descolocados a todos y ha sido en mi opinión, el último (o penúltimo) servicio de Juan Carlos a éste país. No importa que, en realidad, “ya le tocase”, por edad, salud y por la difusión de sus líos y de los de su entorno. El hecho es que el momento elegido y la rapidez con que se desarrolla el proceso sucesorio, están medidos y bien medidos. Rubalcaba, más heredero de Felipe que de Zapatero, ha tenido el cuajo de mantener el pacto constitucional, dejando atrás, los cordones sanitarios, los tocados palestinos y las “maldades” propias de su índole. 

Lo que no tiene sentido es empezar un debate ideológico sobre la Monarquía. Ese debate se prolongaría indefinidamente y quedaría en tablas, superado por el vertiginoso paso de los hechos. La política de alto o bajo nivel, trabaja con la realidad social y vive de ella. Las ideas que se manejan, si no fueran ideologías (propias de religiones laicas) debieran estar en la línea de “otro mundo es factible” y no de “otro mundo es posible”. Porque como dicen los físicos, de los infinitos mundos, matemáticamente posibles, alguien eligió éste en que vivimos. No es mejor ni peor que los otros, pero tiene a su favor que es el que hay, el real. Como si aquí, no hubiera pasado nada,  desde 1914 a nuestro 2014, algunos pocos quisieran borrar la Historia y fabricar un mundo ideal, que como los dulces, nos gustaría a todos.

Es asombroso como los problemas históricos de España son casi los mismos de hace dos mil años: vascones y carolingios, los islamistas y el Turco,  Monarquía o República, “comecuras” y “meapilas”, el patio de Monipodio, los tempranillos y las corridas de toros. Hay dos nuevas realidades que son los factores más determinantes del porvenir: La existencia de la Unión Europea y el futbol, cuya función político-ideológica la inventó Franco.

En el mosaico de los grandes y pequeños estados europeos, no se mueve una pieza sin que Bruselas y la Sra. Merkel, lo autoricen. Dicen que Europa no se compromete. No lo hace cuando sabe que pierde, pero, de hecho, está rodeando a Rusia de tropas y escudos antimisiles. Obama ya no está de guardaespaldas de la economía de mercado sino que se ha puesto delante, apoyando a Ucrania, incondicionalmente. Su posición está ya en la delantera.

La Unión Europea se amplía por el Este y tras la reordenación de territorios después de la caída del bloque soviético, sólo se precisa de estabilidad dentro de los límites de la U.E. y de apertura a nuevos mercados y fuentes de energía. Nos queda a los españoles, poco margen de maniobra. La pregunta clave que deberíamos hacernos es: “En el actual momento de la vida de la gente corriente, en el contexto de la difícil salida de la crisis ¿A quién le interesa un cambio radical que ponga el país "patas arriba”? Como en 1975, en 1981, ahora en 2014, la Corona sigue siendo determinante.

viernes, 6 de junio de 2014

¿Se puede elegir la vocación?

Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada, 5 de junio de 2014

Responder a esa pregunta presenta tres dificultades:

En la sociedad en la que vivimos, emocionalmente democrática, nadie se atreve a poner en duda la capacidad de poder elegir, sea lo que fuere.    
Pero,  ¿Es eso verdad? Una respuesta tan universal y necesaria se enfrenta con la realidad mostrenca.  ¿No será una creencia trampa o un brindis al sol? Es más bien, un aviso de que no se deben dar respuestas genéricas y simples a problemas, en los que se juega no una estructura, una institución o un país, sino una persona, cada uno en su caso.

La experiencia pronto enseña que  se puede elegir un pequeño segmento del futuro, en el mejor de los casos. Más aún: muchos tienen la sensación de que no pueden elegir, que están cazados por la vida, siendo un eslabón más, de la cadena social en donde te excluyen cuando te desgastas.

Una tercera dificultad estriba en si cabe elegir una vocación, una “llamada”. ¿No es un contrasentido,  poder elegir que a uno le llamen?

Hay tres modalidades de vocación: la que se encuentra uno hecha, antes de elegir. Ser discapacitado es una vocación.

Otra modalidad, surge de un sentimiento interior que reclama de la persona la dedicación, de por vida, a la realización de la “llamada”.

Una tercera, es la del que tiene la vivencia  de una necesidad objetiva y perentoria, que no brota de su interior sino de las necesidades vitales  de la gente.

En el lugar que uno ocupa en la vida inciden muchas líneas de fuerza que no dependen de nosotros. Incluso quien elige el camino que le atrae, tendrá que superar muchos obstáculos que le pondrán a prueba y le harán dudar. Hay que tener el valor de recomenzar constantemente, dado lo valioso del objetivo.

De lo dicho se desprende que una vocación consiste en hacer lo que uno elije por gusto o en conseguir que le guste lo que no ha elegido. En ambos casos, el gusto se eleva a “deber”, tarea, oficio.

Hay otra modalidad marginal de estar en el mundo: la “falta de vocación y la carencia de sentido” en la que hoy se incluye una franja muy amplia de población juvenil y menos juvenil, para la que no hay pasado ni futuro, ni trabajo ni estudio. No sienten ninguna llamada y su obsesión es exprimir los modestos goces del presente, que en la mayor parte de los casos, serán menguados, algo de sexo, un porro, alcohol, un deporte poco caro, o la queja global, por lo mal que está el mundo.

Esta última manera de estar en la vida, es, obviamente, la más penosa, para quien la sufre y para la sociedad. El par de desgracias, paro/ queja, sugiere una baja autoestima que bloquean la capacidad personal. Hay que convencerse de que el capital lo lleva uno puesto. La energía personal es la que crea estructuras.

¿Cómo averiguar, qué vocación tiene uno?  Hay dos opciones: decidir  una existencia por y para el placer u otra, por un ideal. Hasta que uno no se da cuenta de que el mayor placer es realizar un ideal, hace del placer inmediato y fácil, su meta única y obsesiva. Esta actitud cierra el futuro con varios cerrojos.


Estoy convencido de que la felicidad consiste en la marcha a la caza del ideal. Un ideal es siempre algo por hacer, un lienzo vacío. Una realización de actividades que nadie las hará por ti: educar personas, inventar, descubrir, hacer reír a los demás, curar, crear belleza, montar una familia y verse en los hijos.  Y todo ello, “a tu manera”. El ideal está por hacer, o sea, no existe todavía. Enfrentarse con la nada, como ya lo hizo Dios, es la tarea que requiere mayor valor, más fe.  

De todos modos el ideal lleva su propio combustible y el motor capaz de hacer fácil lo difícil, porque lo esencial, si se quiere ser hombre o mujer cabales, es el ideal de futuro que palpita, en cada uno, cuando no está cegado por la cómoda facilidad y el peso del placer.

La vida feliz se alcanza cuando no se busca directamente, sino cuando se cumple con la ruta elegida. Al final del camino se echa una mirada al pasado y se tiene la evidencia de que “todo encaja”, de que ha valido la pena.  La felicidad lleva siempre retrovisor. En esa memoria del pasado, suele haber algunos o muchos acontecimientos desagradables, funestos o incluso, trágicos. Hay fracasos y retrocesos. Es desde el presente desde donde se valora el pasado. La fidelidad presente, desde la que se criba el pasado, lo colorea de felicidad. Esto es, en parte, la razón de la eficacia de la fe.  El fin no justifica los medios pero los redime.


Una educación basada en aprender habilidades en un momento en que nadie las demanda, alerta de que debe tomarse el camino opuesto a la simple instrucción: Fomentar los ideales, por los que uno se sacrifica, formar la personalidad de los jóvenes y mostrar que, la lucha por lo más alto, no tiene pérdida. Que se consiga o no, importa menos porque la llamada (y la felicidad)  no consiste en triunfar sino para servir en aquello para lo que se siente llamado. En el retrovisor se evidencia que todo ha ido bien.

viernes, 30 de mayo de 2014

La sensibilidad inteligente

 Artículo publicado el el periódico Ideal de Granada, 30 de mayo de 2014


El término “sensibilidad” que goza de universal aceptación y está dotado de una gama de aplicaciones y usos. Llega hasta el punto de sustituir a otros términos clásicos como “verdad”, “bondad”, “generosidad”, “comprensión”...
Tener sensibilidad es sinónimo de ser “buena gente” y no tenerla, la de estar “fuera de onda”.

La Ética, que ya había sustituido a la Moral, hace mucho, deja ahora su lugar privilegiado a la Estética que quiere ser la “filosofía primera” de nuestra posmodernidad. Desviarse de este parecer ya significa un peligro social pues apostar por los viejos términos ligados a la ley y al orden, hacen temer la vuelta de esos movimientos emergentes que los periodistas han tenido el cuidado de denominar con eufemismo, “populismo”.

Entre los muchos significados de este término “sensibilidad”, hay uno que es necesario subrayar porque no es de uso corriente y tiene que ver poco con el nihilismo y la vida sentimental. También debe diferenciarse de otra expresión muy prestigiosa, “inteligencia emocional” que conteniendo aspectos válidos, no puede desplazar a la inteligencia propiamente dicha que precisa articularse racionalmente. Tampoco tiene nada que ver con la conocida expresión de Zubiri “inteligencia sentiente” que es un desarrollo del aristotelismo.


Lo que entiendo por “sensibilidad inteligente”, se refiere, fundamentalmente, a la investigación científica y a todas aquellas tareas que tratan de la innovación y la creatividad. Una gama de actividades que va desde la pura ciencia, matemáticas en primer lugar, e investigación experimental, hasta otro tipo de actividades de gran repercusión social: diseño, marketing, el periodismo de investigación, el arte en sus innumerables formas de expresión, pero también, la economía, los negocios, la política y muchas cosas más.


Generalmente los pensadores clásicos han defendido el carácter activo de la inteligencia, atribuyéndole una cierta libertad operativa. La  sensibilidad, piensan, es más bien receptiva, ·sensitiva”, pasiva. Sobre este esquema básico, con sus excepciones de rigor, se establece una cartografía mental en donde los admiradores del arte se sitúan en las regiones de la sensibilidad y los del intelecto, en las de la ciencia.

¿De qué estamos hablando?
Sirva de ejemplo, elegido al azar entre muchos, la historia de Philo Framsworth, quien tuvo la idea clave que hizo posible la televisión. Lo cuenta Leslie  A. Horvitz.

Philo soñaba con ser inventor desde los seis años, apasionándole, en especial, todo lo referente a la electricidad. Leyó cuanto se refería al tema. Un artículo de ciencia ficción titulado “El sueño de las imágenes voladoras”, le obsesionó y se propuso conseguir fabricar el dispositivo que permitiera esa locura imposible. Se informó de las dificultades aparentemente insuperables que tuvieron todos los que pretendieron lo mismo, desde mediados del siglo XIX: ¿Cómo transmitir imágenes y sonido, simultáneamente, a la velocidad de la luz?
A los 14 años, trabajaba en la granja de su familia y  montaba un caballo que arrastraba una cosechadora. La máquina iba pasando por los surcos como quien barre el campo, una y otra vez. De pronto “vio clara” la solución al problema. La imagen del terreno barrido por la cosechadora le sugirió que el ojo humano, para percibir las imágenes, hace una labor semejante de barrido. Era muy poco lo que tenía, pero fue la solución.

Ejemplos como éste, son habituales en los inventores y en los innovadores. Husserl recuerda que siguiendo el manual se consiguen productos mediocres y que hay siempre en los grandes científicos un momento artístico, una “chispa” estrictamente individual.
La “chispa, evidentemente, no basta. Es necesario articular la idea con la realidad de la naturaleza. El proceso va siempre de la inspiración a la formalización matemática y de ella, a la ingeniería, en este caso electrónica.


Para mí, este asunto es crucial porque supone una teoría del conocimiento y una nueva concepción de la realidad que partiendo de la ciencia y la técnica se eleve hasta su génesis en la mente.

  La mente es un receptor de mensajes, vengan o no de la Naturaleza. La Teoría de la Información, nos enseña que todo lo que existe, envía y recibe señales. La mente recibe la idea, la “chispa” y de ella, como quien tira del hilo de un ovillo, va desarrollando las implicaciones contenidas en él. Luego vendrá la matemática y la ingeniería (y la financiación y la política)

Cualquier idea se le puede ocurrir a cualquiera en cualquier momento, pero exige tenacidad, fe en la idea, y mucha disciplina científica y experimentación. La chispa no ilumina sin trabajo.
Puede observarse que no se trata de los “sueños de un visionario” sino de problemas reales de la vida real que el cálculo racional no suele resolver sin una previa idea brillante. Y eso, la “chispa”,  no se puede conseguir con estudio y voluntad, aunque una vez la semilla iluminada se posa en la mente, no crecerá sin esos dos factores insustituibles.



martes, 18 de marzo de 2014

El tiempo es de cristal


Armando Segura
Catedrático Emérito de Filosofía de la Universidad de Granada
 (Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada, 17-03-2014)



El cristal tiene dos propiedades apreciables: Si es translúcido y diáfano, la luz lo atraviesa y permite ver con claridad y nitidez  todas las cosas. La luz y la claridad han sido metáforas que científicos y filósofos  han empleado con profusión como símbolos de la verdad e incluso siendo, la verdad misma.


Hay otra propiedad que no parece muy homogénea con la anterior. El cristal para que la luz fluya a través de él, precisa que sus moléculas formen un compacto, que no sea un fluido evanescente; es necesario que se esté quieto. Cuando las cosas aparentan detenerse y decimos que se paran los relojes, nos parece que “cristalizan".

En nuestra cultura desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy, existen dos corrientes que se alternan: el historicismo y el estructuralismo. Estos términos, los tomamos en sentido muy amplio.
 El marxismo venía pendiente de la historia, de la noción ilustrada de progreso, de la noción de cambio y de tiempo histórico. A partir de los años 70, cuando surgen los “nuevos filósofos” franceses, se habla de raíces, de identidad, de tradición. Disminuyen los libros de mentalidad marxista explícita.

Dado el impacto de las ocupaciones soviéticas, de Hungría y Checoeslovaquia en 1956, se propone un marxismo humanista frente al estalinismo del que Kruschev desempolvó sus peores fechorías. Se sintió la necesidad de lavar el rostro y practicar un marxismo inteligente. En Francia el estructuralismo  proporciona el instrumental para convertir una filosofía de la historia en una filosofía científica cercana, incluso, a la matemática.


Después de una década dorada, los estructuralistas en un encuentro en Nueva York, deciden tomar el camino de la diferencia, frente a la identidad y nace, hablando, un poco convencionalmente, la posmodernidad. Los temas de la ideología de género, la xenofobia, la homofobia, la ecología, etc., se convierten en los asuntos candentes. Ahora mismo estamos inmersos en esa corriente.


La velocidad de la luz es la constante que “fija” el referente de todos los demás movimientos del Cosmos. Recuérdese como Einstein no era partidario de denominar a su teoría “teoría de la relatividad” sino “teoría de la invariancia. El más veloz de los móviles es, paradójicamente, invariable. Cristal y tiempo en una sola pieza.

Descendiendo a nuestros pequeños problemas de la vida cotidiana, esos puntos de partida, deben tener consecuencias, por ejemplo si los aplicamos a eso de lo que hablamos los filósofos: la vida, la muerte, el movimiento y tantas otras cosas que se suelen considerar inútiles o poéticas,   dos caras de la misma moneda, altamente devaluada.

Creemos absolutamente, que si robamos un coche, plagiamos un  artículo o liquidamos a un ser humano que nos es molesto, nadie se entera y “no pasa nada”. Desde luego es una actitud útil, fuente de bienestar inmediato que al fin y al cabo es la meta del progreso.

La idea de un supremo juez que después de la muerte juzgará a cada uno según sus obras, es un supuesto metafísico increíble, y que no es real. A pesar de que Kant considera al Juez supremo como una necesidad de la razón práctica.

Si no existiera la física ni la matemática, el ladrón, el estafador y apuntemos, la tira de maldades, nos parecerían hechos “puntuales” que ocurren en un momento del tiempo y que muchas veces ni se descubren ni se entera nadie.


Nos ayuda la cómoda idea de que todo se olvida. Nosotros mismos, acabamos por no recordar ¿quién nos va a pedir cuentas? Claro que los moralistas y los curas cantan y sermonean sus relatos pero, científicamente hablando, creen algunos, que no existe Juez supremo.

Todo hecho y toda acción, sea físico o moral, en su aparente flujo que se escapa de las manos, es un cristal diáfano. Es cristal porque la cadena de los sucesos, no admite eslabones rotos.

Existió Kennedy; todos los sucesos posteriores son hijos de aquel día puntual en que fue asesinado. Cayeron las Torres Gemelas, pero la histeria global sobre nuestra seguridad mana de aquella fuente. El tiempo es una cadena en donde si suprimes un eslabón, suprimes todo lo demás, empezando por el presente actual.

No es posible dar marcha atrás, es imposible que Kennedy no fuera asesinado: ese hecho es un presente que genera historia; que se olvide o no, es irrelevante. Ese eslabón sostiene el presente y el futuro.

La historia es diáfana, aunque la propaganda trate infructuosamente, de confundirnos. Si toda la oficialidad polaca fue asesinada en Katyn, eso es un hecho eterno, irreversible. ¿En qué puede cambiar las cosas esta perspectiva?

El tiempo no borra el pasado, aunque ofrece el futuro para nuestra acción libre. Quien obró bien, tiene un gran capital, el que obró mal, un gran déficit. El flujo histórico es un bloque de cristal. Tenemos ya, pues, la “materia”, la “litis” del juicio, un buen paquete que viene dado por la realidad de lo ocurrido.  
La cadena de la vida forma una estructura que, en cuanto traspasamos el umbral del “hoy”, queda inmovilizada para siempre. Se convierte en un “objeto”. Cabe preguntarse: ¿Para quién?

No para ningún observador humano, pero, si es cierto, en fenomenología, que no hay objeto sin conciencia enfrente, que lo objetive. En la vida como en todos los experimentos científicos, hay que contar, lógicamente, con la existencia de un Observador.

Sin Él, toda la cadena se cae. No tendría “objeto”.





lunes, 6 de enero de 2014

¿Por qué estamos contentos, aun viendo tanto sufrimiento?

Artículo publicado en el periódico Ideal, el 6 de enero de 2014
Armando Segura

El eterno problema del mal y el eterno misterio de la alegría cristiana. El “Cándido” que en Voltaire, representa al creyente, al bobo que se cree que las catástrofes y sufrimientos se explican “porque al final todos iremos al cielo a comer confitura”, tiene su versión pre-freudiana en Marx: “la fe es la droga que impide solucionar los problemas reales del mundo real”, “si acabamos con la familia terrestre, podremos acabar con la Trinidad celeste, la familia en el cielo”. Se pueden añadir unas gotas de Freud donde el Super Ego es la fuente de todas las represiones complejos y neurosis. Nos quedaría aun Nietzsche para quien la fe da paz pero no verdad, aludiendo al valiente que sin Dios busca la verdad de este mundo a pecho descubierto.

Einstein y en general los físicos actuales, piensan que el tiempo es una impresión subjetiva y que la verdad objetiva es el espacio del que el tiempo sería una propiedad, un simple número en la fórmula. Me parece un paralelo a lo que se viene diciendo por miles de pensadores: que el tiempo y el espacio tienen su correlato en el tiempo y la eternidad. Pasa el tiempo, se muere uno pero queda el espacio, el “todo a la vez” de la eternidad.

Desde ella, el ángel dice a los pastores: “Os anuncio una gran alegría para el pueblo.  En Belén de Judá os ha nacido un Salvador, el mesías, el Señor” Cualquier persona razonable puede pensar que esto es “para el que se lo crea” pero que la verdad de la vida no se arregla con palabras bonitas.

El gran tema del sufrimiento depende de la conciencia del que sufre y del que ve sufrir. Sin conciencia no hay dolor. Esa es la verdad parcial del budismo. En la misma conciencia hay  dos posibles respuestas ante el problema del mal:

1)    Focalizar la conciencia en lo malo del mal, añadiendo, con ello,  mal al mal.
2)    Tomar la perspectiva del bien que no está a la vista de los ojos sino a los del pensamiento. Echar bien al mal como quien echa sal a la pista helada. El mal retrocede como el fuego ante el agua.

La vista y demás sentidos y sentimientos, te hablan de lo presente, lo inmediato, pero lo presente no se soluciona con el presente. La incógnita de cualquier ecuación no se despeja sino sales de ella misma, a los valores conocidos. El mal sólo se puede afrontar desde el bien. Claro está que si tu razón cegada por la sensibilidad, no “cree en el bien”, entonces no hay solución. 

Los cristianos estamos contentos porque creemos y practicamos la solución. Creer y no practicar es no creer “de verdad”. Creemos que el Cosmos tiene una estructura matemática que nosotros vamos conociendo pero no creando, creemos que en la conciencia se nos indica la diferencia entre el bien y el mal y creemos que Dios en persona se hace inerme de niño y de adulto mientras que los pontífices de la Realpolitik, se ríen de él, porque ellos sí están con los pies en el suelo. 

Creemos en que Dios resucita a los muertos de modo parecido a como del gusano sale una mariposa o de un grano podrido surge una espiga. Es curioso que en el mal, no haga falta creer porque es evidente. Es el bien en el que hace falta creer porque la estructura misma de la fe supone:

1)    Crear espacio abierto en el futuro, tanto próximo como lejano
2)    Poner toda la carne en el asador para que ese espacio se colme de bienes, por lo menos, en lo que depende de cada uno.

Así no se arreglan todos los males presentes, aunque nadie puede ver tanto pero se echa una gota de aire puro que se contagia a los demás, que repiten la operación y se amplía el círculo.
Estamos contentos ciertamente, muy contentos, porque Dios ha dejado en nuestras manos gran parte de la solución y la ayuda para completar lo que falta.
Todo está en comprender la diferencia entre individuo y persona. El individuo es el animal ancestral que todos llevamos dentro y que es un depredador nato. Tener más, poseer más, dominar, más: marcar el territorio.

La persona consiste en olvidarse de sí mismo y pensar y obrar para promover el bien de los otros. Es el modelo trinitario en donde el padre sólo tiene ojos para el Hijo y a la inversa. El mal radical de finales del siglo XX y lo que va de siglo XXI es el individualismo narcisista que genera, naturalmente, mucho sufrimiento en él y en los demás. Siempre hay salida pero hay que “creérselo”. No hay ejemplo más alto de persona que Jesucristo que puso su libertad, dignidad y autonomía a la altura del barro y más abajo aún, pensando sólo en nosotros.