lunes, 23 de marzo de 2015

Podemos, integrado en el Sistema

 Artículo publicado en el periódico Ideal, 23 de marzo de 2015

A los veinticinco años de la caída del Muro de Berlín, e inmediato hundimiento de la Unión Soviética y su espacio vital en la Europa del Este, el marxismo de acción directa emerge en Europa.
Es paradójico aunque comprensible que los partidos de extrema derecha y extrema izquierda se den  la mano para acabar con un sistema que consideran corrupto y generador de pobreza y sufrimiento.
En España siguiendo la pauta de Grecia, nace Podemos con un programa similar al griego Syriza y con unos resultados positivos en las últimas elecciones europeas.
Una de las preguntas más inquietantes que cabe hacer al nuevo Partido,, es su abandono de la calle para integrarse en el sistema. ¿A qué se debe tal giro de 180º?
 Hay un precedente. La labor conjunta callada y consensuada, de los gobiernos socialista y popular, desde hace años, con el objetivo de llevar a ETA a una tregua definitiva. La inserción en el sistema, de los partidos abertzales les permite integrarse y ocupar alcaldías, concejalías, diputaciones y parlamentos nacionales y autonómicos.
Es una estrategia inteligente (o cínica) de resolver problemas por el método de incorporarlos en el Presupuesto del Estado y de las autonomías.
De modo semejante se hizo con el PCE de Carrillo y la AP de Fraga, en el momento crucial de la Transición.

Ahora aparece Podemos que recoge la herencia del 15M y de la indignación general, por la política de austeridad impuesta por la UE, a Zapatero y después a Rajoy. No nos damos cuenta que los estados nacionales van perdiendo poder político frente a las instituciones europeas y atlánticas y frente a las multinacionales.

También el PSOE de Largo Caballero se incorporó al Sistema, durante la Dictadura de Primo de Rivera, inspirándose en la orientación de Indalecio Prieto. Era un constructo artificial que salvaba las raíces históricas, añadiendo un plus de clientelismo. Un líder carismático cuyo éxito  se debió justo, a su integración en el sistema  político del liberalismo burgués.
Integrados en el mismo Sistema, izquierdas y derechas,  incorporados al Presupuesto, los batasunos y ahora el 15 M, dan la impresión de que la vía de la adhesión o de la indignación, son los sólidos pilares  sobre los que se sostienen las instituciones, la Monarquía, nuestra participación en la NATO y en todas las misiones militares que hiciera falta. En ese Sistema, que, como es propio de la humana naturaleza, la corrupción es un caso más de economía sumergida.
La indignación parecía una reacción inmediata y juvenil, de gente con cierta formación cultural: universitarios, intelectuales, artistas, contra la evidente expropiación del Presupuesto por los que lo tuvieron a mano.  Pero no. Quedaron seducidos por el Presupuesto.
 ¿Es esto el “marxismo inteligente”?
La idea base del marxismo clásico es la consideración de la humanidad como un todo, donde las personas son funcionarios del todo.
En la Revolución industrial, la explotación de los trabajadores hizo posible un crecimiento económico que sólo beneficiaba a los propietarios del capital. Lógicamente, la única manera de romper ese sistema bipolar, es la revolución puesto que los aparatos del poder son monopolio de los de arriba.
Las revoluciones sucesivas prolongaban la Revolución por antonomasia,   la Revolución francesa con su talante burgués, laicista y anticlerical. Así ocurrió en Francia, en Rusia, en México y en España.
Aproximemos la lente a nuestro actual momento.
Superada la posguerra, a finales de los cincuenta, el Sistema creció tanto que pasó desde una economía autárquica de subsistencia, a la estabilización y al desarrollo. La industria estatal se privatizó o desmanteló y entramos en la economía liberal de mercado. De una economía productiva, pasamos, luego,  a otra de servicios y consumo. Las rentas del capital acaban en las multinacionales y las rentas del trabajo se emplearon en deuda y consumo que resultaron ser lo mismo. El sistema se basaba en producir para consumir lo que se compraba de prestado. Una economía flotante convencida de que la burbuja,  como la expansión cósmica, sólo podía ir a más.
La crisis financiera global evidenció que no se puede prestar a todo el mundo durante todo el tiempo. Los inversores invertían en fondos que, a su vez, lo hacían en otros fondos con atractivos intereses y vuelta a empezar.

¡Pajaritas de papel!
 Remontar la crisis debe pasar por la vuelta a la producción de bienes reales y por el control de la economía financiera. La economía de consumo –permitió mejorar el nivel  y la calidad de vida de los trabajadores que pasaron de ser proletarios a ser profesionales de clase media. Las vacaciones a Tailandia y Punta Cana, estaban dentro de las posibilidades de una gran mayoría. Todos contentos. Casi medio siglo de “bienestar”. De pronto, no hay liquidez.
El marxismo revolucionario, en sus variantes coyunturales, se explica en un contexto de caos, de hambruna, de masificación y corrupción. Suele sumarse una guerra mundial o civil.  
No estamos en esas.
 La democracia directa, la gran novedad on-line, será siempre una democracia vigilada políticamente y dependiente económicamente. Saltarse el escalón de la representación, genera la unanimidad propia de la dictadura.
Meter el dedo en las llagas del sistema, sólo se entiende si es para curarlas, no para hacer un ejercicio de vampirismo que es la forma de populismo más extendida por el ancho mundo.

Abrir llagas, da mucho de sí.

domingo, 15 de marzo de 2015

Libertad de expresión ¿Procede o no procede?

Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada, 15 de marzo de 2015

En la Constitución de la Unión Soviética de 1936 en pleno período estalinista entre los Derechos fundamentales que se reconocían había el de “libertad de propaganda religiosa y libertad de propaganda antirreligiosa”. Sabemos que entre el dicho y el hecho hay un trecho pero ahí está escrito. Es un teórico reconocimiento de parte: En el ideario teórico de Stalin, subyacía la lógica de ese Derecho fundamental.
Al año siguiente se firmó el Pacto de no agresión Molotov-Von Ribbentrop que permitió, poco después, la invasión nazi de Polonia. Ese pacto quedó en papel mojado al año siguiente. Para los nazis y los soviéticos, las palabras eran –y son-papel mojado. Dicho de otro nodo, la fidelidad a la palabra dada es un elemento irracional de la “moral burguesa”.
Unas cuantas décadas después en la Europa que nació de la mano de Schumann, Adenauer y De Gasperi, cristianos, pública y privadamente, se plantea la cuestión de hasta dónde puede llegar la libertad de expresión.
El contexto global  ha situado la confrontación político-religiosa a un nivel calórico de muchos grados. Todos están dispuestos a morir y matar en nombre de la expresión religiosa y antirreligiosa respectivamente: los radicales laicos y los radicales yihadistas.
La diferencia con la Edad Media está en que entonces, el comportamiento de ambas partes, cristianos y musulmanes, utilizaban un lenguaje político común, basado en el principio de acción y reacción, Cruzadas y la Yihad, la Guerras Santa.
Entre tanta santidad que parece sacada de la mecánica newtoniana, Europa, desde Carlomagno a Carlos V, consiguió sentar las bases de un Occidente que ha dado a luz tanto las Declaraciones de los Derechos del Hombre como la “Pacem in Terris” y el Decreto de libertad religiosa del Concilio Vaticano II. Los católicos, por lo menos, sabemos que la libertad religiosa, se entiende ilimitada, salvo el riesgo de perturbación del Orden público.

Pasó medio siglo y Europa se seculariza a ritmo acelerado y por libertad se entiende la libertad de expresión laica, con exclusión de todas las demás. La enseñanza religiosa retrocede, la política familiar se acurruca en tímidas propuestas, la natalidad desciende y la gente se harta de materialismo y de mentira. Se marchan, los unos, a cuidar a los incurables, a alfabetizar a los indios, y a dedicar sus vidas a los demás sin esperar recompensa.
Los otros, se alistan a la a la yihad donde la vida se pone al servicio de la muerte con la esperanza de encontrar las diez mil vírgenes. Dos formas nada materialistas, de entender la vida.
La Europa laica, rompe las amarras religiosas, porque la religión, “no procede” y propone como alternativa, la libertad de placer y la libertad de ofender.
El “respeto” a las opiniones y comportamientos ajenos, se considera una aproximación al fascismo. Ya no valen el espíritu de  Occidente, el de la Constitución de los Estados Unidos o el de la Declaración de los Derechos Individuales de la ONU de 1947. No valen porque el sentido de cada término de esos textos, se entiende al revés.
Es un problema semántico y de moral lingüística. Una cosa es expresar y otra ofender gratuitamente. Hay que alcanzar un estatus quo, de mutuo respeto entre culturas, razas y religiones aunque nos cueste. Deben ser compatibles, la Semana Santa con los Carnavales o con las celebraciones del orgullo gay.
Ningún comportamiento público debe suponer connotaciones agresivas o injuriosas para el adversario. Sin prejuicio de que cada uno, en público y en privado, exprese que el otro se equivoca. Hay que excluir el odio, el insulto sino por moralidad, por lo menos, por sentido común.
En estas cuestiones debería prevalecer el principio de reciprocidad positiva que no es el principio de acción y reacción. Si en todo el mundo se permite edificar mezquitas, lo sensato es que en todo el mundo se permita edificar iglesias  cristianas.
El ejercicio de la razón, sin embargo, no parece tan fácil para muchos que dicen lo que no hacen y hacen lo que no dicen.
Una anécdota reciente. En un aula de Facultad, de una universidad pública, se lee una tesis doctoral. En el tablón que se exhibe a la entada, consta el listado del Tribunal o Comisión. Un miembro se titula: “Catedrático, Doctor, Reverendo, Don…”.
No tarda en llegar el líder y sus “comités”, camaradas y le espetan: Oye, tú, “eso no procede”
Lo que procede o no procede se aprende en dos fuentes: La principal, es la recta conciencia de cada uno,  que no quiere para los demás, lo que no quiere para sí mismo. La segunda, es la ley que debe cumplirse mientras no sea derogada por otra, según cauces democráticos.
Si la recta conciencia, entra en conflicto con la legalidad, debe preverse en las Leyes Fundamentales, el derecho a la objeción de conciencia. Sin libertad de conciencias, las leyes se convierten en un reglamento de prisiones.

¿Tan difícil es comprenderlo, a algunos que aspiran a gobernar?

jueves, 5 de marzo de 2015

La familia en el ecosistema


Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada, 05-03-2015

No existen dudas, desde el punto de vista científico, de que la célula individual -el zigoto- resultante de la unión de los dos gametos, masculino y femenino - espermatozoo  y óvulo- contiene el ADN de sus padres. Los dos sexos están orientados-biológicamente- a formar un ser humano nuevo, que hasta hace poco, se denominaba, legalmente, “hijo” y más técnicamente, “nasciturus”, nombre con el que el Derecho Romano designaba al “ha de nacer”. Ese nasciturus ya era considerado sujeto de derechos.

Tampoco nadie puede dudar de que la función fisiológica por la que las hembras humanas dan a luz a sus hijos- el parto-  sigue un “protocolo” enteramente distinto al de las hembras de las demás especies animales, incluyendo a los mamíferos superiores y grandes simios. Las razones biológicas de ese parto traumático no suele conocerse bien.

Pensamos que el alumbramiento de toda la vida, no es un modo de dar a luz “tradicional”, algo así como una “mala costumbre”, producto de la historia y de la oscuridad de los tiempos, sino un parto natural, producto de la biología de la especie.

La novedad que supone el parto natural, bastante traumático para la madre, tiene que ver con una descarga hormonal. La cabeza del feto crece desmesuradamente, en relación con el resto del cuerpo, y la simple presión física abre la puerta para salir a la luz. Este modo de parir tiene, ella sí, consecuencias sociales, históricas y jurídicas.

La primera de ellas es que el crecimiento del cráneo y su contenido el cerebro, se adelanta y lo que se alumbra, es un niño prematuro. No ocurre tal cosa en las demás especies. El resultado es un ser humano con un cerebro único en cantidad y calidad, por el número de sus neuronas y  la complejidad del cableado bio-eléctrico que las une. Esta circunstancia, permite la intercomunicación entre ellas. Las neuronas son pequeñas computadoras que siguen un código binario simple: o se excitan (1) o se inhiben (0) y lo hacen por consenso,  para conseguir que el pequeño viva y crezca.


Cuando la primera hembra humana tuvo su primer parto, no fue asistida por médicos o doulas, sino más bien fue un evento, “a lo salvaje”.  
En medio de lo que era entonces, la sabana africana, el crío, rodeado por fieras, que merodeaban buscando el nutriente más apetitoso, estaba ahí, en esas condiciones. Sin la protección de sus padres y más adelante, de su parentela, tribu o clan, no duraría en la selva lo que un móvil olvidado en un campo de fútbol.
El recién nacido, no puede defenderse en absoluto. Sus padres, tampoco eran, como animales, nada competitivos. El Homo sapiens desde el origen de su existencia fue un ser, tan prematuro como sus hijos. No tenía garras, ni potentes músculos, ni un sistema óseo comparable a sus enemigos.

La familia humana surge de la nada como un milagro en todos los sentidos, empezando por el de la supervivencia. Su cerebro, una central de operaciones, única en el Cosmos. Quizás estemos hablando de medio millón de años o algo menos.

Su inmediato ancestro-el Homo erectus- era mucho más fuerte que él, pero su cerebro era menos complicado y más pequeño. Ni por su cuerpo ni por su cerebro, los humanos parecen sucesores del Homo erectus. Más bien, una regresión.  Sólo el cerebro humano emerge como una estrella nova, en el azul oscuro del Universo, acompañado del ruido cósmico, la basura por reciclar, que dejó el Big Bang.
Todo esto ¿para qué?

Los paleontólogos destacan que nuestra supervivencia dependió del equilibrio entre el instinto de conservación y el de sociabilidad. Los humanos tuvieron que agruparse y ceder en sus deseos individuales, en favor del grupo. Las poblaciones humanas las formaban, individuos mucho más numerosos que las demás especies. Es su gran cerebro el soporte de una racionalidad que entiende que si quiere sobrevivir, tiene que ceder. Los humanos unidos sobrevivieron.

La biología engendra la historia. Al nacer los humanos prematuros con nueve meses, la infancia y la adolescencia, la deben pasar, fuera del seno materno, en el entorno físico. Necesita de cuidados que no requieren los potrillos ni los conejos. Dado que la única arma competitiva que posee, es la inteligencia, el niño nace prematuro para poder aprender en tiempo real, a sobrevivir en el medio. A mayor cerebro, mayor aprendizaje. Su gran memoria le permite innovar, cambiar. De ahí se desprende la necesidad biológica de que la pareja sea estable porque los hijos van a necesitar de los padres, hoy en día, veinticinco o más años: la escuela, los grados, los dos máster y el puesto de trabajo para el que más corra.

La familia llamada tradicional no tiene nada de tradicional sino que se ajusta a las necesidades que determina la biología. En trazos gruesos, es la que hemos intentado describir. Esos trazos esconden la verdad de fondo: la necesidad biológica que nos proporciona el ADN, está hecha, para aprender a superar las dificultades, para luchar y ser libres.

Si todo el protocolo que va desde el parto hasta la vejez, se trastoca, por el capricho individual,  toda la cadena se viene abajo. Todo el cuidado espectacular que la Providencia tiene con los humanos, se pulveriza. Ya no hay parto, ni luz, ni padre, ni madre, ni aprendizaje ni sociabilidad. Un gran dolor.

La vida, sabia maestra, siempre queda disponible.