domingo, 18 de diciembre de 2016

Europa a la expectativa

Artículo publicado por el periódico Ideal de Granada el 18 de diciembre de 2016

La dimisión de Renzi en Italia y la polarización en Austria entre los dos partidos extremos, abre expectativas de cambios profundos en la geopolítica europea.
El tablero geopolítico de Europa y por extensión, del mundo entero está intentando sobreponerse a una serie de cambios sustanciales.    Hacen pensar en un nuevo panorama lleno de incertidumbres
La información se define en razón inversa a la incertidumbre, por lo que, al día de hoy, hay que aceptar que estamos-globalmente- mal informados. No sucede que nos oculten información sino que no existe. Nadie sabe lo que está pasando.
Es fácil hacer análisis  “a toro pasado”, lo duro es capturar el problema cuando el toro se nos echa encima.
Todo empezó el 11 S, fecha muy convencional porque atentados salvajes de cientos de muertos, ocurrieron antes y por los mismos motivos. Si hasta entonces, los atentados se habían contemplado como hechos puntuales que había que tratar puntualmente, a partir de la caída de las Torres Gemelas y de la intrusión en el mismo Pentágono, se tomó conciencia de que estamos ante un problema global que precisaría respuestas globales.
El esquema es sencillo. Tras la muerte de Bin Laden, los islamistas radicales se radicalizan aun más. Los americanos y los saudíes, salafistas y sunitas, se lanzan a una incursión en Siria para derrocar a Bashar Al-Asad. En otro frente, los Estados Unidos y lo que queda del Ejército iraquí, marchan a la destrucción del Estado Islámico que tomó el relevo de Al-Quaeda, en la vanguardia del movimiento
islamista.
Se apuesta por el islamismo moderado y por la desaparición de los estados laicos. Caen los dictadores y empieza el caos.
La “primavera árabe” se lleva consigo la estabilidad en Oriente Medio y la envergadura y salvajismo de la guerra, no sólo en Siria sino en Sudán, Nigeria y Somalia, promueve un flujo de migraciones que invaden Europa.
Las migraciones, considerando su existencia desde el Sudeste africano, hace miles de años, es una propiedad sustancial al Homo sapiens. No son debidas a impulsos momentáneos sino a situaciones límites que se apuntan en el Apocalipsis de San Juan: el hambre, la peste, la guerra, la muerte y el atractivo lujo de los mercaderes.
 La respuesta de Occidente, viene en cadena y sin previo aviso: Contra  toda previsión, Trump es elegido, Inglaterra sale de la Unión Europea. Los estados que forman la Unión, cierran sus fronteras y los partidos llamados populistas van ganando elecciones.
Toda esta dinámica se da en medio de una crisis económica en la que parece obvio que no se puede vivir el bienestar a base de la deuda. Un bienestar de burbujas que, cuando se “pincha”, incrementa el paro, las migraciones, las translocaciones. En Italia y en Austria, cabe una revolución populista y euroescéptica. La economía está estancada y los repuntes son posibles por una política laboral de submileuristas. Ganar mil euros ya es un “pelotazo”.
Se pueden hacer muchas lecturas. Quizás hemos caído del sueño utópico de la prosperidad sin límites, a la realidad de la vida donde ganar para vivir cuesta un esfuerzo no pequeño.
España inmersa en ese encierro sin vallas que asola Europa, sigue siendo diferente. Sorprende que aquí el único populismo, sea de izquierdas en una forma muy española de anarco-comunismo. Después de muchos años acusando  al PP de extrema derecha, la verdad parece más bien una derecha
floja y navegante. Rajoy, caballero de la mano en el pecho a la gallega, podría ganar el Premio Nobel del cuajo y de la supervivencia a todos los cordones sanitarios que le pusieron.
A todo esto Urkullu dice que en un mundo globalizado “la independencia no tiene sentido”. Una expresión de largo alcance.
Aquí la auténtica ultraderecha, fascista o religiosa no consigue ni un diputado, a pesar de que su alimento es el incumplimiento por el PP, de todo su programa. Como Tsipras en Grecia, los líderes se ven desbordados por el plato de lentejas. ¡Qué duro es caer del plato de langostinos a las lentejas!
Si Trump y Putin se entienden, Europa regresa a sus “esencias”,  a las tradicionales raíces premodernas. La previsible victoria de Dillon en las próximas presidenciales francesas es un marcador de los nuevos tiempos. También lo fue cuando el Presidente Holland  sin vergüenza y sin pudor, laico, socialista y tal vez masón, da su pésame personalmente al Papa Francisco con motivo del degüello del P. Jacques en Bretaña. Y lo mejor es su comentario: “Ningún trabajador aguanta hasta los 84 años sin más exigencias”.
De todo esto, se deducen cosas muy positivas. La guerra en Siria se acaba sobre todo gracias a los rusos. El Estado Islámico va a desaparecer pronto y el flujo de población a Europa disminuirá. La carrera armamentística se reduce.
Me conformaría con que, como dice la Constitución y las Naciones Unidas, los padres pudieran escoger el tipo de  educación que quieren para sus hijos y que aflore la economía sumergida para salvar las cuentas del Estado.
Y si no es mucho pedir, que se robe menos.