lunes, 5 de marzo de 2018

¿Se puede opinar sobre homosexualidad?


Artículo publicado en el periódico Ideal, febrero de 2018

La opinión es libre pero no siempre inocente. Si la opinión se convierte en juicio infundado sobre las personas, además viene gravado por la hipoteca de la responsabilidad. Ser responsable quiere decir que uno carga con la deuda y que debe devolver la mala fama que ha deteriorado la imagen pública del ofendido. Esa deuda, humanamente hablando, no se liquida con el perdón del difamado porque el daño objetivo no lo puede limpiar un perdón subjetivo, salvo que el perdón venga de Dios.
El comportamiento homosexual, la práctica, no es una idea ni una ideología sino un hecho. Estas cosas no se aprenden en los libros ni siquiera se aprende sino que se lleva puesto lo más probable en el cerebro.
Todo este asunto viene a cuento por la campaña y la presión de ciertos medios para descalificar a una jurista española, María Jesús Elósegui que goza de prestigio internacional y es defensora de la identidad cultural, la igualdad hombre y mujer y que además es católica: una feminista católica.
Los argumentos en que se apoya la petición de revocación de su nombramiento ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se reduce  a que viene del dedo del PP, es confesionalmente católica, “del gusto del Opus”  y que es “homófoba”.
Los organismos internacionales, sean las Naciones Unidas o el Consejo de Europa o este mismo Tribunal, está formado por jueces o destacados juristas que cada uno procede de donde todos sabemos.
Un juez debe ser justo y no inicuo y en el sistema jurídico, como ha recordado Elósegui, el juez debe aplicar la ley, le guste o no le guste.
Igual ocurre dentro de nuestras fronteras donde nadie ignora quién es quién en el Tribunal Constitucional o en el Tribunal Supremo. Por tanto carece de fundamento decir que venir de manos del PP, es un grave antecedente. De pasada, recordemos a Baltasar Garzón, Villarejo y Conde Pompidú que no podía evitar  “que en su toga cayese el polvo del camino”.

No se eligen los jueces entre la jerarquía de los ángeles.
Por lo menos en el caso de Elósegui, ha trabajado en su profesión a tope y sus publicaciones sobre estos temas pasan del centenar.
Respecto a la grave mácula de ser católica y del “gusto del Opus” es decir muy poco. Es tal la variedad de opiniones entre los católicos sobre estos temas que hasta el Papa Francisco se declara “incapaz de juzgar a un homosexual de buena voluntad”. Respecto del Opus  Dei qué les voy a decir que no se haya dicho ya,  en sus noventa años de existencia.
Recuerdo que en los exámenes de Psicología, en los años 60, preguntaban tales cosas. En la Obra, nadie hace estas preguntas.
Ha habido personas que se han manifestado muy claramente, basándose en su experiencia profesional, de los riesgos psicológicos de la práctica homosexual. Quien tal hizo, fue raspado de las piedras públicas para siempre.
 La mayoría tiene opiniones de todas las marcas. He oído, incluso, que la contaminación ambiental puede ser el agente responsable de estas disfunciones.
Existe una máquina de fabricar modas destructivas de la fama de la gente que apunta sin escrúpulos a todo lo que se mueve.
Circuló en tiempos, un panfleto llamado “Protocolos de los sabios de Sión”. Diseñaba una conspiración del Judaísmo mundial para dominar el mundo. Fue muy leído y determinó en buena medida el Holocausto. Un infame  producto de la propaganda nazi.
Luego, vino el macarthysmo que comenzó una caza de brujas en plena guerra fría. Se llevó por delante, actores, periodistas, políticos, etc.
Otra oleada llevó unidireccionalmente a desvelar  la pederastia de los clérigos como un defecto intrínseco de la religión. Se olvidaron de que los más brillantes defensores de esas prácticas, eran ateos en Estados Unidos y Francia. De donde salió la ideología de género.
Ahora tenemos denuncias de abusos sexuales cometidos hace unos cuarenta años por productores cinematográficos.
El feminismo radical vigila celosamente cualquier tipo de acoso o atisbo de homofobia. Me parece bien. No estaría de más para ser consecuentes, adherirse y fomentar las campañas a favor de la natalidad para evitar ser acusados de destruir el género humano: Así se lee en el ensayo “La bomba pacífica” que defendía que la natalidad contaminaba más que el carbón.
En Asía han caído muchos millones, víctimas del “diesel”. Me refiero a la planificación demográfica fomentada por la OMS desde los años 70.
Los medios de información debieran distinguir entre hechos, valores y valoraciones.
Me puede gustar o no un candidato a lo que sea pero no es honesto descalificarlo echándole la etiqueta de “homófobo” porque, este término equivale hoy en día, en el imaginario popular a “criminal nazi” o algo similar. Si esa acusación tiene fundamento, se acude a los Tribunales, tal vez en base a un delito de odio.
Si además, la Sra. Elósegui, se ha pasado la vida defendiendo la libertad de los homosexuales por mucho que no sea de su gusto, entonces la acusación tiene la probabilidad de ser estrictamente política.

 Elósegui es una feminista creyente y además brillante. ¿Es posible que una creyente sea inteligente? Si los talentos son sólo los de mi club, va a ser difícil entendernos. Lástima que no tengamos un recambio a su nivel.





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